Hoy nos jugamos mucho, muchísimo, es estar o no, es pasar o no, ganar o perder, blanco o negro, y nosotros, los guardianes de nervión tenemos que dejar durante el tiempo que esté la pelota en juego, si el equipo juega o no bien, si se ha reforzado con jugadores de calidad, si los abonos son caros o baratos, si la camiseta es bonita o fea, todo hay que dejarlo atrás, solo vale animar y apoyar a los nuestros.
Se me vienen a la memoria remontadas históricas que hemos vivido no hace mucho tiempo en nuestra bombonera. Aquellas que nos jugábamos cosas muy importantes, como ante Osasuna, o en otras, que teníamos que superar un resultado adverso para pasar de eliminatoria como ante el Lille o Panathinaikos.
El 1-0 que traemos en contra se tiene que volver mínimo, lo tenemos que arrebatar de en medio como si una piedra en el camino se tratara. Hoy, el Ramón Sanchez Pizjuan tiene que rugir, que vibrar, en definitiva, disfrutar con la máxima competición europea, donde solo están los grandes, y como tal, tenemos que entrar.
No nos queda otra, coger nuestra bufanda o bandera blanquirroja en mano, alzar la voz, saltar y meter el primer gol que iguale la eliminatoria. Después confiar en los nuestros, en esos que tantas tardes de gloria nos han dado.
Dejemos hoy todo lo negativo fuera del estadio, todos con el equipo, nos jugamos mucho.
Allí nos vemos.
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