Iba ayer de camino para el estadio D. Ramón Sánchez Pizjuán pensando en lo dificil que sería para mi equipo afrontar el partido frente al Celta de Vigo, ya que despues del enorme esfuerzo realizado el pasado jueves en Ucrania, le restarían enteros para disputar este partido de liga.
Pero cuando llego al campo, y veo que el ambiente que acompaña es de tal magnitud, con el campo lleno, y todos cantando, dije: "Estos tres puntos no se pueden escapar hoy de aquí". Y así fué. Era maravilloso ver como el equipo trenzaba una y otra jugada a la perfección, las bandas como "cuchillos", el centro del campo, con un incontestable Maresca y un incansable Pep Martí, hacía que la victoria estuviera más cerca que lejos.
En la primera parte creamos bastantes ocasiones de gol, pero faltaba ese último toque para llegar a puerta con claridad. No lográbamos de terminar todas las jugadas y el equipo lo notaba cada vez más cansado.
Llegó la segunda parte y todo se puso de cara, despues de transformar el penalty Kanouté, el segundo gol estaba por llegar, y más aún, despues de ser expulsado el jugador celtiña.
Llegó el gol de la tranquilidad un poco tarde, ya que habiamos tenido multiples contragolpes y ninguno había sido aprovechado.
El equipo se volvió a vaciar. Nos demostraron que tenemos que confiar en ellos. Que cuando lleguen los malos resultados, ojalá sean tardes pero que tendrán que lleguar, que sepamos darle su sitio, que serán los mismo, y es que, nos están dando muestras suficientes para demostrarles nuestra confianza.
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