Siempre quedará en mi memoria el 10 de Mayo de 2006. Mientras viva tendré grabado esta fecha en lo más profundo de mi corazón. Este día viví uno de los días más felices de mi vida.
Estaba rodeado de varios amigos, amigos sevillistas que vamos juntos a todas las finales, pero me faltaban mucha gente a mi lado, me faltaban ellos.
Quería estar con todos ellos, pero no podía, cantar con ellos, abrazarme y llorar juntos. Fue uno de los días que mas he llorado. Las lágrimas no me dejaban de ver el partido, toda una segunda parte con los ojos humedecidos, recordando muchos momentos y acordándome siempre de todos ellos.
Porque ellos me inculcaron este sentimiento, esta forma de vivir, de sentir el fútbol, de disfrutar e incluso me enseñaron a ver la cara de la derrota de una manera distinta, como solo sabemos verlo los sevillistas de verdad, los de corazón.
Con ellos he disfrutado y he sufrido. Se me viene a mi recuerdo aquel fatídico 1 de agosto de aquel año que no quiero nombrar, a las tres de la tarde en la Avda. de Eduardo Dato, con eso cuarenta y tantos grados, desde el estadio hasta la Plaza Nueva para defender la injusticia cometida contra nuestro equipo. En Huévar del Aljarafe, sobre las dos de la tarde, mi madre, al ver la calor que hacía, cogió una camisa blanca y roja, le cortó las mangas, la cosió y se la puso, ella tan guapa a defender los colores de su equipo, y es como ella ninguna, es única, es la más, la mejor madre y muchísimo mejor sevillista.
Mi padre, en aquel mediodía que venía de trabajar, con el sudor en su frente, tenía aun el luto en su corazón por el fallecimiento de mi abuelo, su padre, que hacía días que había fallecido. Ninguno de sus hijos queríamos decirle que nos llevara a Sevilla y el motivo, se lo dijimos a mi madre, y ella lo convenció para que nos dejara allí y más tarde nos recogiera. Él, aunque sin ganas de nada, hizo un esfuerzo y nos llevó, demostrando así su enorme valentía, también él como ninguno, como jamás habrá un padre mejor, fue socio del Sevilla F.C. durante mucho tiempo, pero tuvo que dejarlo todo por atender la enfermedad de su padre. Como buen sevillista está volviendo a asistir a la Bombonera, cada vez que puedo viene conmigo, para que disfrute, y si Dios quiere estará en la Final de la Copa del Rey, y el año que viene será un nuevo abonado de nuestro equipo.
Son ellos, los que quiero siempre a mi lado, junto a mí, los que quería fundirme en un abrazo el pasado 10 de mayo de 2006 en Eindhoven, junto con mis hermanos y mi mujer. Son los que más quiero del mundo, mi familia, ellos, los que están siempre en mi memoria, por muy lejos que me encuentre de ellos. Porque son sevillistas de corazón, de verdad, de defenderlos cada uno a su manera.
Por eso quiero dedicar este día tan grande del sevillismo a ellos, los que siempre estarán conmigo en cada lugar que vaya a animar a mi equipo, y cada vez que cante un gol, ellos lo cantarán conmigo, se abrazarán y llorarán junto a mí.
Va por ustedes, por ellos, VIVA EL SEVILLA F.C.!!!
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